viernes, 14 de marzo de 2008

Al otro lado (2007, Fatih Akin)

Publicada en Cine para leer. Enero-Junio 2008, Ed. Mensjaero, Bilbao.



Fatih Akin se convirtió con su anterior film Contra la pared (2004) en uno de los jóvenes baluartes del cine europeo. Contó además con el sonoro reconocimiento de los festivales europeos de fuste. Se alzó con el Oso de Oro de Berlín y con el Premio a la Mejor Película de la Academia del Cine Europeo. Al otro lado ya ha cosechado el Premio al Mejor Guión en el Festival de Cannes y es posible que su recorrido triunfal por el circuito de festivales no haya concluido todavía.

El caso es que Fatih Akin, con poco más de treinta años, ha logrado la aquiescencia de un sector muy importante de la industria cinematográfica europea acerca del valor y trascendencia de sus imágenes que, sin embargo, y como era de esperar, no ha sido compartida por todo el mundo. El exceso de loa suele traer consigo una resaca en forma de filípica, tan exagerada como la alabanza, y que emparejada a la primera, fomenta la creación de una leyenda de enfant terrible, o renovador genial, que solo el tiempo es capaz de resolver.

También ocurren dos cosas en el terreno de la crítica a tener en cuenta: primera, que las filias y fobias del que escribe afloran a pesar del riesgo de que apesten a la pobre película, que no tiene culpa de nada; y segunda, que el recién llegado siempre genera desconfianza y tan difícil es reconocer los pecados del maestro como aceptar las virtudes del neófito.

Desde Corto y con filo (1998), las películas de Akin han destacado sobre todo por sus magníficos personajes. Un buen personaje es el que no tiene miedo, y los de Akin no se asustan de nada, ni de lo que pueden perder ni de las consecuencias de sus actos. Recogen y transforman todas las cualidades del héroe trágico, aportando un vigor al conjunto que, independientemente de cómo se resuelvan estructura, enunciación o unidad temática, hacen que el film sea al menos interesante.

A diferencia de la mayoría de las películas narrativas, que tienen un único personaje protagonista, las películas de Akin tienen varios. En Contra la pared, la pareja protagonista poseía la misma jerarquía dramática y narrativa, lo que generaba algún problema en el ritmo de la parte final del film.

Al otro lado da una vuelta de tuerca al tener seis personajes protagónicos, personajes con un claro conflicto que resolver, y que poseen a nivel narrativo escenas en las que son el personaje principal. Remite a Magnolia (1999, Paul Thomas Anderson) y sobre todo, a Babel (2006, Alejandro González Iñárritu). A pesar de los problemas de estructura que presentaba Contra la pared, y de que Al otro lado conllevaba a priori más complicaciones, esta está mejor estructurada que aquella. Otra cosa sería la pertinencia de reunir las seis tramas en una única película. Pero, como se verá, existe una idea unificadora que las integra a la perfección.

En la solución de los problemas tiene que ver la estrategia narrativa de anacronías y multiplicidad de tramas interconectadas, puesta de moda por el escritor Guillermo Arriaga. La tendencia apadrinada por el escritor mexicano ha suscitado tanta controversia que el universo crítico podría dividirse en el territorio pro Arriaga y el territorio contra Arriaga. Desordenar por desordenar no pasa de ser un capricho, pero cuando se trata de integrar las exigencias de la historia en el relato, la anacronía puede ser, no solo una solución, sino la solución más idónea, como ya demostró Kubrick en Atraco perfecto (The killing, 1956) o Chritopher Nolan en Memento (2000). Sin embargo, esta estrategia se ha convertido en manos de Arriaga en una marca de estilo que no siempre es pertinente y cuyos resultados son más que discutibles -véanse 21 gramos (2003) y Los tres entierros de Melquíades Estrada (2005).

En Fatih Akin, la estrategia adquiere cordura. Las seis tramas de Al otro lado son articuladas mediante analepsis y prolepsis, sin que haya una guía que sitúe al espectador en la línea temporal. Son los acontecimientos ya vistos y su lógica los que ubican al espectador, dejándole en muchos momentos en el terreno de la ambigüedad. Esta ambigüedad no solo es temporal sino también espacial, pues planos en Alemania son yuxtapuestos a planos en Turquía sin que haya nada que explicite dónde nos encontramos. Esa falta de claridad espacio-temporal es consecuencia del punto de vista de los personajes. Sin embargo, llega un momento en que la narración los abandona y adquiere un punto de vista omnisciente que facilita la comprensión del relato al espectador y ahonda la dimensión trágica de los personajes, como por ejemplo con los carteles que anuncian las muertes.

Ese punto de vista omnisciente se traduce sobre todo a través de la enunciación, gracias a una construcción retórica del discurso, con escenas que se repiten desde el mismo y desde distinto punto de vista, planos con idéntico encuadre pero diferente acción, y un montaje contrapuntístico. Todos estos recursos estilísticos construyen el tema del film: la lucha de contrarios. Este principio genera las múltiples parejas que se forman: Alemania-Turquía, padres-hijos, homosexualidad-heterosexualidad, cristianismo-islamismo, idealismo-pragmatismo, y todas ellas cristalizan en una: amor-odio.

Al otro lado es una película ambiciosa, narcisista, hiperconsciente, que revela una desesperada necesidad de amor, y como tal hay que verla, con sus virtudes y sus excesos. Como en el cine de Iñárritu, el cine de Fatih Akin explora la soledad de sus personajes, consecuencia de su incomunicación, y ofrece una posibilidad de redención, de esperanza, que lo incardina con un sentimiento religioso que está conectando con el público occidental, y que a la vez excita los ánimos de quienes no ven en él más que pretenciosidad.

Al margen de estados de ánimo, Al otro lado es una gran película, con un gran guión, una meditada puesta en escena, y un casting y unas interpretaciones extraordinarias, entre las que destaca por encima de todos, la enigmática y turbadora presencia de la otrora musa de Fassbinder, Hanna Schygulla. Y por encima de todos estos aspectos compositivos, se trata de la honesta y bella película de un hijo que busca la compasión del padre.

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