viernes, 28 de septiembre de 2007

Mataharis (2007, Icíar Bollaín)


La nueva película de Icíar Bollaín tras el éxito de Te doy mis ojos es una película coral que narra las historias, independientes entre sí, de tres mujeres que trabajan en una agencia de detectives.


La película nació por el interés por abordar el tema de la conciliación entre la vida laboral y la vida personal de las mujeres de hoy en día. Esa intención inicial ha desembocado en un material dramático que gira fundamentalmente en torno al tema de la confianza.

La perspectiva que imprime Icíar Bollaín a todos sus trabajos, cercana al ejercicio de un entomólogo, conducen la puesta en escena de un modo natural, casi necesario, hacia un realismo exacerbado. Una inédita cámara en mano, y una secuencia inicial de continuidad fragmentada, muestran una Icíar Bollaín más audaz con la cámara, aunque no demasiado alejada del clasicismo que ha dominada sus anteriores trabajos, Hola, ¿estás sola? (1995), Flores de otro mundo (1999) y Te doy mis ojos (2003).

Sin embargo, el punto de vista, sobre todo el que aplica a los personajes masculinos, está lejos de esta estética. Al contrario, los simplifica hasta tal extremo que quedan reducidos a burdos arquetipos: el jefe cabrón, el marido lejano como un extraño, el buen chico idealista del que cualquiera se enamora, el marido engañado que quiere sustituir a su esposa infiel, y el esposo atónito ante la incomprensión de la mujer.

Por otro lado, el punto de vista del film es el de las tres mujeres que lo protagonizan, Eva (Najwa Nimri), Carmen (Nuria González) e Inés (María Vázquez), y es el punto de tres mujeres sobre los cinco personajes masculinos que interfieren en sus vidas. La mirada de Icíar Bollaín es la mirada de una mujer sobre sí misma, y sobre lo que representa en el mundo actual la feminidad frente a la masculinidad. De ahí, la inevitable planicie de los personajes masculinos. El maniqueísmo sexista que destila Mataharis deriva la película hacia otro tipo de relato, radicalmente opuesto al que la puesta en escena sugiere.

Las ventanas y cristaleras, a través de las que el universo de Mataharis es encuadrado, sugieren que tras ellos hay una infinitud de historias en que la confianza determina su curso, y que las historias de Eva, Carmen e Inés, no son más que tres muestras extraídas aleatoriamente. De hecho, las tramas de Inés y Eva, y la trama satélite del abuelo que busca a un amor de juventud, están basadas en experiencias reales que la directora rescató en su investigación de campo. Esta concepción determina la estructura narrativa: tres tramas, independientes entre sí, y montadas alternativamente hasta su resolución. La apertura y cierre de la película, con los tres personajes en medio de la ciudad, sugiere esa concepción de las tres muestras seleccionadas. El guión, bien estructurado, abusa sin embargo de los diálogos, que a veces resultan reiterativos.

Mataharis es una película, a mi juicio, inferior a Te doy mis ojos, hasta ahora el trabajo más logrado de Icíar Bollaín, una directora cuyo cine se inscribe en el realismo social al que también pertenece Fernando León de Aranoa o Ken Loach, un cine necesario que quizá peque de cierta militancia que lo aproxima peligrosamente al panfleto político.

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