viernes, 23 de noviembre de 2007

Escuchando a Gabriel (2007, José Enrique March)

Se publicará en Cine para leer. Julio-Diciembre 2007, Ed. Mesajero, Bilbao.



Película cuya mayor virtud es su estilizada puesta en escena y composición del cuadro, muy distintas a las que nos tiene acostumbrado el cine español, y que representan una opción de indudable riesgo. Hay en Escuchando a Gabriel una meditada concepción del encuadre, con elementos de la puesta en escena como puertas y espejos que reencuadran a los personajes, y que remiten –con mayor o menor acierto- a la psicología del personaje que gobierna la escena.

Es una lástima que el material dramático que acompaña a esta propuesta pictórica sea tan pobre. La historia de un adolescente prodigio del piano, que dejó de tocar años ha, traumado por la pérdida del instrumento y posterior encarcelamiento del padre, se hace inverosímil, no solo por el guión, sino también por unas interpretaciones que son incapaces de revelar al personaje.

No creo que sea tanto culpa de los actores, como de unos personajes y un conflicto casi imposibles de defender. La inverosimilitud del conjunto produce tal desapego que hace muy difícil la identificación con ninguno de los personajes principales. A medida que avanza el metraje, el rocambolesco desarrollo de las tramas hace la película cada vez más insostenible e inadmisible. La débil fe del espectador en sus personajes se desvanece y desaparece, y uno está deseando ver los títulos de crédito.

El tándem Maxi Valero-José Enrique March regresa al terreno del largometraje tras La estancia (2004), un film que no llegó a estrenarse en salas comerciales. Tras ella, Escuchando a Gabriel fracasa, tanto por sus personajes como por el conflicto, afectando directamente al corazón de la película.

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