jueves, 4 de octubre de 2007

La decisión de Sophie (1982, Alan J. Pakula)

Se publicará en Cine de los 80, Ed. Mensajero, Bilbao.


Argumento

Stingo, un joven escritor de Virginia, llega a una casa de huéspedes de Nueva York, en la que conoce a Sophie y Nathan, una pareja de felices amantes. Ella, emigrante polaca, católica, e hija de un profesor de Universidad en Varsovia conocido por su lucha contra el nazismo, es una superviviente del campo de concentración de Auswitz; él, judío, es un brillante biólogo obsesionado con el Holocausto. Los tres pronto se convertirán en inseparables, y Stingo será testigo de las crisis de la pareja, al tiempo que se irá enamorando de la bella Sophie.

En su viaje de iniciación a través de la pareja de amantes, el joven escritor irá descubriendo los secretos que se esconden detrás de su idílica existencia: el padre de Sophie fue en realidad un convencido antisemita, defensor del exterminio del pueblo judío; Nathan, lejos de ser un renombrado biólogo, es un enfermo mental que sufre esquizofrenia paranoide.

Tras la penúltima crisis de la pareja, Stingo le pide a Sophie que se case con él y sea la madre de sus hijos. Sophie debe elegir entre el judío demente y el joven escritor, pero Sophie sabe que Nathan la necesita infinitamente más que Stingo. Antes de regresar definitivamente con el judío, Sophie confiesa al joven escritor su más trágica decisión: la que tuvo que tomar al elegir, a punto de subir en el tren que la deportara a Auswitz, entre su hijo y su hija.

Sobre Alan J. Pakula

Basada en la novela de William Styron, premio Pulitzer en 1968, ésta fue publicada en 1979 y se convirtió en un éxito mundial. En la filmografía de Alan J. Pakula (New York, 1928-1998), La decisión de Sophie ocupa un lugar de privilegio en una obra cuyo tema central es la relación de un sistema perfecto con la singularidad de un individuo en desesperada búsqueda de la verdad. A las realidades del Watergate (Todos los hombres del Presidente, 1976), se añadió la del Holocausto judío en 1982. Después vendrían el sistema judicial americano (Presunto inocente, 1990; El informe Pelícano, 1993), y el IRA (La sombra del diablo, 1997).

Sobre Sophie

En los filmes de Pakula, el descubrimiento es concebido como un viaje de iniciación que culmina con la pérdida de la inocencia. La decisión de Sophie está narrada desde el punto de vista de un joven e inexperto escritor que se encuentra con una pareja con un poso vital bastante más espeso que el suyo. El encuentro de los tres personajes está marcado por el contraste: Stingo tiene veintidós años, la pareja en torno a los treinta; Stingo procede del Sur tradicional, Sophie y Nathan viven en el cosmopolita Nueva York; Stingo es escritor, Sophie y Nathan personajes de sus propias vidas. Estas antítesis que tensan el arco dramático son metáforas de la tesis que subyace y sobre la que crece el relato: el abismo entre la verdad y el paraíso que el hombre se construye para sobrevivir. “Ni siquiera yo sé cuál es la verdad después de todas aquellas mentiras que conté”, dice Sophie antes de narrar a Stingo la verdad con la que culminará su viaje de iniciación.

Para dar trascendencia a esa última revelación, Styron y Pakula se deleitan en esbozar una arcadia feliz, en la que cada personaje vive sumergido en una burbuja de idealismo y prosperidad. Stingo escribe convencido de ser la nueva figura de la Literatura norteamericana; Nathan cree haber hecho un descubrimiento por el que le concederán el Premio Nobel; y Sophie vive feliz en la dulzura de una mentira autocomplaciente. Esta arcadia es amenazada periódicamente por un fantasma invisible, que toma presencia con las constantes disputas de los amantes y los arrebatados ataques de celos de Nathan.

A cada aparición del fantasma sucede una revelación que viene a perturbar el idílico equilibrio de la arcadia. La revelación es narrada en forma de testimonio –con el personaje en pantalla-, y después en forma de flashback –con la voz en off del personaje. Con cada uno de los flashback (uno por acto), el abismo entre la ficticia arcadia del Palacio Rosa y la oscura realidad se va haciendo cada vez más profundo, hasta llegar a la edípica revelación que da título a la película.

Vista con perspectiva, la película es innecesariamente larga, debido sobre todo a un primer acto de 72 minutos, en el que el relato se regodea en la quimérica felicidad del Nueva York de la posguerra, y en narrar el encuentro de la recién llegada Sophie Zawistowski con el seductor Nathan Landau.

En este primer acto hay incluso una subtrama residual de Stingo con la joven frígida Leslie Lapidus, que distrae de la trama principal y que podría eliminarse sin ningún problema. Otras secuencias de este primer acto, que sí son pertinentes, son en cambio reiterativas, y con un ejercicio de síntesis que las redujera en extensión y número, la película podría haber sido más nítida.


Al margen de lo tremendo de la historia, La decisión de Sophie ha pasado a la posteridad por la interpretación de Meryl Streep. La actriz hizo con Sophie uno de los trabajos de composición más minuciosos y precisos que se hayan visto. Aprendió alemán para rodar las partes que se desarrollan en Varsovia y Auswitz, y perfeccionó hasta el paroxismo el acento polaco de su personaje. A la caracterización perfecta, se añadió una interpretación sutil y contenida con la que logró desvelar la tristeza oculta del personaje. La revista Premiere la eligió como una de las diez mejores interpretaciones de la Historia del Cine. Por ella, Meryl Streep recibió su segundo Oscar. Después vendrían diez nominaciones más (es la que más tiene, catorce).


También merecen una mención especial la fotografía del español Néstor Almendros, uno de los más importantes cineastas españoles, ganador de un Oscar por Días del cielo (1978). En La decisión de Sophie, realizó un gran trabajo al reconstruir la jovialidad y el entusiasmo de la posguerra, y hacerlo coherente con la pesadumbre de los planos insaturados, casi en blanco y negro, de Auswitz.


La película fue un éxito de taquilla en Estados Unidos, logrando una recaudación de más de 10 millones de dólares. En España, su éxito fue más moderado, si bien también contó con una generosa taquilla: fueron a verla más de 800.000 espectadores. Con el tiempo se ha convertido en un clásico del cine de los 80, y en la memoria colectiva aún pervive el momento en que Sophie Zawistowski observa impotente cómo un soldado nazi se lleva para siempre a su hija pequeña.


Algo más

Uno de los libros de cine más bellos y necesarios que hay está escrito precisamente por Néstor Almendros. Días de una cámara destila todo el amor y sabiduría de un hombre de cine.

1 comentario:

Unknown dijo...

Nunca entendí por qué se la llevaron al campo de concentración si no era judía.