viernes, 11 de mayo de 2007

Ciudad en celo (2006, Hernán Gaffet)

Publicada en Cine para leer. Enero-Junio 2006, Ed. Mensajero, Bilbao.


Ciudad en celo
es una de esas películas deshonestas que presentan con su título, su cartel y su planteamiento inicial una película que no es. Así, tenemos las historias de tres amigos que comparten sus cuitas de amor al abrigo de un bar y los tangos de Gardel. De Buenos Aires, la ciudad que nos anuncia el título, apenas vemos unos planos de recurso, de esos que utilizan las sitcoms para marcar el tránsito de un decorado a otro. Si el Garllington, ese Cheers particular, pretende ser una reproducción cosmogónica a escala de Buenos Aires, el espíritu que transmite es el de una ciudad de mentira, ramplona, encerrada entre los módulos de cartón piedra de una serie española.


Si de la ciudad no vemos nada, del supuesto celo al que están subyugados los personajes y que nos anuncia el sugerente cartel y la secuencia de créditos iniciales, tampoco. La película narra los avatares sentimentales de los tres amigos, quienes cuentan (‘¡No me lo cuentes, quiero verlo!’) pensamientos y sentimientos con un romanticismo quejumbroso y una elegancia descuidada y algo snob de la que se hace eco el nombre del bar, homenaje a
Carlos Gardel y Duke Ellington. De pulsión sexual desaforada, nada de nada.

Pero lo peor de
Ciudad en celo no es que sea engañosa, lo peor es que está muy mal contada y que los personajes que presenta no tienen ningún atractivo. Está claro que es una película de hablar y hablar. Woody Allen y Eric Rohmer también hacen películas en las que sus personajes hablan mucho, pero en el caso de esta ópera prima de Hernán Gaffet, lo que dicen no tiene ningún interés: primero, porque en sus conversaciones no pasa nada, deambulan en un baile insulso de ‘hola, ¿cómo estás?’ ‘lo voy llevando’, sin motivaciones claras, con una lógica demencial que no les lleva a ningún puerto; segundo, porque las discusiones que tienen sobre el amor o los sentimientos están plagadas de tópicos, lugares comunes de adolescentes treintañeros, sin inteligencia ni atractivo.

El relato avanza porque sí, las parejas se unen sin más causa que porque está escrito en el guión. Y a la lógica
deus ex machina, se añaden una serie de subtramas (con la madre de un amigo recién fallecido, y con una vagabunda que le da por ir al cine) tan insulsas e inverosímiles como el resto, y unos tangos medianeros que marcan la transición entre actos, largos y mal rodados.

A pesar de los premios que ha recibido (Premio ‘Pilar Miró’ al Mejor Director Nuevo 2006, y Premio del Público y de la Prensa en el Festival de Mar del Plata 2007), este cine argentino que nos llega de la mano de
Gerardo Herrero (productor de El hijo de la novia) es, desafortunadamente, aburrido y malo.

No hay comentarios: