viernes, 16 de noviembre de 2007

La habitación de Fermat (2007, Luis Piedrahita y Rodrigo Sopeña)

Se publicará en Cine para leer. Julio-Diciembre 2007, Ed. Mensajero, Bilbao.



La habitación de Fermat es la ópera prima de dos jóvenes guionistas que, hasta la fecha, habían desarrollado su carrera en televisión, con programas como El Club de la comedia o El hormiguero. De hecho, el Piedrahita que firma la película es el mismo que inventara eso de “¿Un cacahuete flotando en una piscina sigue siendo un fruto seco?”.

Sorprende por sus antecedentes cómicos, que su primer largometraje sea un thriller, ajeno al costumbrismo de sus monólogos y sketches televisivos, y con un claro antecedente argumental en aquella escena de La guerra de las galaxias (1977, George Lucas) en la que Luke Skywalker, Han Solo y la princesa Leia estaban a punto de morir, aplastados por las paredes de un cuarto menguante.

Porque más o menos de eso va La habitación de Fermat, de cuatro matemáticos encerrados en una habitación, condenados a morir aplastados por sus paredes, si no son capaces de resolver los acertijos a los que se ven examinados por una identidad desconocida.

La estimulante y atractiva propuesta argumental guarda debajo del abrigo una clara intención de alejarse lo más posible de los modos costumbristas y cómicos que, según algunas voces, condenan al cine y a la televisión española a su eterno desencuentro con el público. El tan cacareado cine de género en torno al que, esas mismas voces, proponen articular un nuevo modelo narrativo de cinematografía, ha tenido en el cine de Amenábar, Fresnadillo, Guillermo del Toro, y más recientemente, a J.A. Bayona y su Orfanato, el principal de sus argumentos. Y La habitación de Fermat pertenece por concepto a ese club.

Sin embargo, hay determinados aspectos de la película que no están bien resueltos, y que me hacen pensar que, detrás de la brillante propuesta, tanto argumental como estética, no hay unos sólidos cimientos que la sustenten, ni en lo narrativo, ni lo dramático, ni en lo plástico.

El guión está construido en torno a las revelaciones que los personajes van haciendo de su pasado, a partir del cual deberían encontrar solución al verdadero enigma de la habitación, que es por qué están encerrados y por qué van a morir. El valor simbólico que posee la habitación y sus elementos, exige que el descubrimiento del enigma esté ligado a la salvación de los personajes, en este caso, escapar del cuarto antes de que los aplaste. Sin eso, el relato se queda en un melodrama en el que los personajes verbalizan sus pasiones, sus miedos y sus frustraciones, sin que encuentren encarnación dramática en ninguno de los elementos que propone el argumento y la puesta en escena.

La habitación de Fermat es un film que guarda un estrecho vínculo con La huella (1972, Joseph L. Mankiewicz), por el protagonismo que tienen las apariencias y las simulaciones, por el desarrollo en un único y claustrofóbico espacio, y por las oscuras motivaciones de los personajes, pero se queda en el envoltorio, en la fachada, en el llamativo juego de artificio.

La accidental caída de Hilbert y la iluminación final que experimenta Pascal para encontrar la salida son dos soluciones deus ex machina que no resuelven ni son consecuencia de la resolución de ninguno de los conflictos planteados. Tampoco tiene mucha lógica la muerte de Fermat. Existe, pues, una disociación permanente entre el fondo y la forma, entre el qué y el cómo, que casi nunca se diluye.

En esta misma línea, tampoco es muy acertada la simultaneidad constante entre la resolución de los acertijos y las confesiones reveladoras. Se presenta de nuevo esta disociación entre las motivaciones de los personajes y sus actos. En estas escenas existe una importante contradicción entre la imperiosa necesidad de resolver el problema matemático y la calma de las confesiones, una contradicción ilógica por la psicología de los personajes, y que va más allá de la pantalla diluyendo la atención de un espectador que piensa: “A ver, o intentamos salvarnos, o nos ponemos a contar milongas”.

En cuanto a los personajes, estos también se mueven en un ambiguo terreno entre la parodia y el drama que tampoco les favorece. Los detalles cómicos que aderezan la película tienen gracia, pero son guiños paródicos al espectador que también alejan a los personajes y a la película de su concepto inicial.

En esto tiene que ver no solo la dirección de actores, sino la misma elección del elenco, tres actores españoles garantes de un buen resultado en taquilla, pero muy alejados, tanto por su acerbo como por su trayectoria profesional, de los brillantes cerebros que supuestamente son. Ni Alejo Sauras, ni Elena Ballesteros, ni Santi Millán logran hacer verosímiles sus personajes, un problema que no se halla solo en sus interpretaciones, sino en algunas frases del guión, y en la mano que les dirige.

La planificación y el montaje siguen a rajatabla los principios del cine de acción, con planos cortos y un montaje muy picado. Se echa de menos una mayor presencia de ese ojo que todo lo ve, capaz de romper las reglas de la diégesis, pero la cámara siempre está dentro del cuarto, con la intención de subrayar la claustrofobia, y el Gran Hermano solo nos regala unos planos cenitales que dan la medida real del tamaño de la habitación.

Este film vuelve a plantear el eterno debate de la identidad del cine español, y su necesidad de encontrar un camino alternativo al costumbrismo en el cine de género. Me parece que La habitación de Fermat es una película sin identidad, partida en dos, que no logra insertar el mecanismo genérico del thriller en la herencia cultural que tenemos por el hecho de ser españoles.

No creo que el cine de género sea incompatible con nuestra idiosincrasia, pero lo que sí creo es que solo unos pocos han logrado enraizarlo (Álex de la Iglesia, Enrique Urbizu, Antonio Hernández), y que en esa “unión de contrarios” está uno de los retos del cine español.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Caballero, no me encuentro entre los que suelan acceder a muchas críticas de cine. Dicho esto, le comento que como lector de las mismas acudo a éstas con dos objetivos diferenciados: a) buscando orientación para elegir una película. b) una vez vista la película, particularmente si ha generado algún tipo deconflicto en mi psique, para obtener otra visión independiente de la misma. Le digo esto por que en el caso a), no me gusta encontrar los denominados spoilers. Al menos sin aviso previo.
telmah.