viernes, 11 de mayo de 2007

El retorno de los malditos (2006, Martin Weisz)

Publicada en Cine para leer. Enero-Junio 2007. Ed. Mensajero, Bilbao.


La segunda parte de Las colinas tienen ojos (The hills have eyes, Alexandre Aja, 2006) sustituye la feliz familia americana por un grupo de soldados del Ejército de los Estados Unidos. Con un aire que recuerda a la calamitosa compañía que comandara el sargento Highway en El sargento de hierro, esta secuela de la serie creada por Wes Craven incorpora dos miembros femeninos que amplifican ligeramente el espectro de conflictos.


El retorno de los malditos no deja de ser cine de terror imbuido por el espíritu Craven, en el que el director (el alemán Martin Weisz) es lo de menos. Si la primera parte era un ‘remake’ de la que dirigiera el propio Craven en 1977, esta segunda no lo es de la segunda parte de 1985, y el guión es original. No obstante, el nuevo guión no es gran cosa y soporta una carga heredada de la primera parte que la lastra de manera ominosa. Conocida la existencia de las feroces criaturas, no hay más suspense que esperar a que vayan cayendo los soldados como las moscas en una parrilla violeta. La película es un eterno segundo acto que dura 89 minutos como podría durar 120 o 54; el caso es ir eliminando miembros de la ‘familia’ hasta que, inopinadamente, envueltos en jirones y en su propia sangre, los más débiles logren aniquilar al enemigo.

A pesar de crecer con algunos rasgos de la serialidad, en la saga de los monstruos mutados de Nuevo México no hay una perpetua Arcadia en peligro por constantes amenazas, sino una amenaza perpetua que se ceba sobre el simulacro de una familia feliz. Esta especie de serialidad invertida, tan deforme como los seres que la protagonizan, presenta una paradoja que raya la incongruencia. Así, para que la ‘familia’ alcance la salvación, deben acabar con el enemigo, pero para que la saga continúe la ‘familia’ intrusa nunca puede exterminar el peligro. La solución propuesta es el nacimiento de nuevos monstruos, como si de los tumores de las colinas se trataran.

Cine serial, de terror, adrenalina, sangre, monstruos pestilentes, y final heroico y feliz. Como contrapunto positivo, resaltar la escena en la que surge un soldado de la letrina del campamento. Puro surrealismo.

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