viernes, 7 de septiembre de 2007

Solos (2005, José Glusman)

Se publicará en Cine para leer. Julio-Diciembre 2007, Ed. Mensajero, Bilbao.


Solos
es una muestra más de ese cine argentino sentimental y psicoanalítico que gira en torno a personajes masculinos con heridas de amor. Hace escasos meses, Ciudad en celo repetía los mismo patrones. No es casualidad que Adrián Navarro, uno de los protagonistas de Ciudad en celo, también lo sea del film que nos ocupa.


En Solos la anécdota que desencadena el drama es bastante común: dos amigos, abandonados por sus respectivas parejas, se ven obligados a compartir casa. La convivencia, que comienza con los tópicos roces y desavenencias de ‘extraña pareja’, pronto desemboca, también según los patrones aprendidos, hacia un vínculo afectivo que, hasta la realización de Solos, se resolvía en amistad. Aquí es donde se introduce la novedad, pues en lugar de amistad, los dos solitarios protagonistas de la cinta intentan convertir el afecto en relación amorosa. Su frustrado encuentro homosexual es cerrado con una línea conclusiva u reveladora, por si el espectador no lo había captado: “Confundimos el amor con el deseo.”

Al margen de la verosimilitud que pueda tener el argumento, la película presenta otro tipo de problemas que afectan, fundamentalmente, a la fotografía y a la puesta en escena. Las historias exigen determinadas condiciones técnicas que deben respetarse. De lo contrario, se genera un desequilibrio entre el material dramático y el material pictórico incapaz de aguantarse ni por 88 minutos. El uso de vídeo y una iluminación precaria y en contra de los principios de la comedia, dan a la cinta un aspecto ‘amateur’ no pretendido que arrebata la credibilidad y la dignidad que pudieran tener sus personajes. No hay pautas cromáticas, no hay una línea directriz en la iluminación que dé unidad al conjunto, no hay dignidad en el cuadro.

La puesta en escena es un punto y aparte. A la hora de colocar la cámara y realizar los encuadres no existe ningún tipo de criterio. La cámara trepidante reservada a los momentos más dramáticos parecen una broma del operador quien, para mostrar la inestabilidad de su personaje, decide darle un poquito de tembloroso movimiento. Subrayados como este, que no ayudan a crear y transmitir un punto de vista, se alternan con otras jocosas composiciones que dan la impresión de haber sido el azar el elegido para regir el destino de la cinta.

Solos es un mal chiste, grotesco por momentos, del que solo se salvan unos actores -en especial Sergio Boris- que defienden como pueden dos personajes patéticos.

No hay comentarios: