viernes, 24 de agosto de 2001

Marujas asesinas (2001, Javier Rebollo)

Publicada en Cine para leer. Julio-Diciembre 2001, Ed. Mensajero, Bilbao.


Marujas asesinas es una película con bastantes personajes que giran en torno a la figura de una mujer, pescadera y ama de casa, amargada y llena de rencor, que interpreta bastante bien Neus Asensi. La lista se completa con: el marido tirano, déspota y arrogante de Neus, que desprecia a todo el mundo y sólo siente amor por su perro de aguas y sus relojes de cuco (Antonio Resines); el hermano maricón y dependiente de su hermana mayor (Pere Ponce); la hermana cornuda y también dependiente, incapaz de decidir (Natalie Seseña) ; el marido de ésta, o sea, el cuñado, mujeriego y apocado; el amante joven y apuesto que termina siendo como el marido (Carlos Lozano); la vecina impostora a la que el vecindario tiene por santa; y el mozo subnormal y salido que ayuda en el mercado (Karra Elejalde).

Con estos personajes, su director Javier Rebollo ha intentado realizar una sátira social bajoel género del esperpento: todos los personajes aparecen deformados y contrahechos por la infame y desmedida exageración de alguno de sus rasgos, lo cual conlleva unos riesgos que hay que saber evitar. El más peligroso es el cliché o tópico que pueden acabar siendo los personajes, no por los rasgos generales que puedan tener, sino por las situaciones que el director pueda crear para definirlos, y sobre todo, para amplificar ese rasgo que los deforma.

Bajo este prisma, el que mejor ha quedado resuelto es el personaje del marido, interpretado por Antonio Resines y que será asesinado bajo dirección de su esposa -Neus Asensi. Reaccionario, chulo y machista, siente un especial amor por su perrito de aguas, al que llama Rocco, como la estrella italiana del cine porno y al que incita constantemente a demostrar su potencia sexual, ya sea con las perritas del vecindario o con una muñeca mecánica. Esta extensión del personaje de Resines es bastante inteligente y acertada para describir su carácter. Sin ser tan brillante, la costumbre que tiene el mismo personaje de calentar los calzoncillos en el microondas antes de ponérselos también denota ese aspecto provocador y cutre del personaje, que es el mejor definido.

El resto de personajes son muchísimo más pobres y son casi siempre tópicos llevados a un extremo que resulta muchas veces grotesco -me acuerdo del subnormal Lalo (Karra Elejalde) haciéndole el amor a la anciana vecina visionaria. Son personajes cuyos diálogos y acciones dan una imagen muy plana de sí mismos, ya que están destinados a amplificar un defecto no asumido y su correspondiente reacción desproporcionada que los convierte en freaks. Así, por ejemplo, la vecina visionaria queda reducida a un personaje avaro por apocado, capaz del chantaje y a la vez dominado y atemorizado por su hija y el subnormal Lalo, quien lo acaba violando. Este es el primer problema que presenta la película.

El segundo problema de Marujas asesinas es la estética elegida. La fotografía es naturalista. Los escenarios se iluminan de una forma natural, aprovechando las fuentes lógicas -ventanas, fluorescentes, bombillas...- lo cual no guarda coherencia con el exceso de los personajes. Estoy convencido de que hubiese ido mucho mejor una iluminación efectista y claramente artificial, que hubiese dado un valor añadido al cutrerío que se desprende de sus imágenes, convirtiéndolo en kitsch, propio de las primeras películas de Almodóvar.

De igual forma ocurre con la estructura y evolución del guión. porque a partir del primer crimen cometido -el de Antonio Resines-, se suceden una serie de asesinatos a cada cual más espeluznante y falto de sentido, instigados por sendas presentadoras que se aparecen a Neus Asensi en la televisión. La película, sin embargo, no cae en el delirio y en la farsa en que podría haber desembocado porque tras los homicidios se produce su expiación por parte de la protagonista.

Como en La narnaja mecánica -aquí sin programa Ludovico-, Neus Asensi ingresa en prisión, y a su salida se encuentra con que sus dos hermanos y el subnormal de Lalo, a los que había ayudado siempre y cómplices del asesinato de su marido, no sólo le han dado la espalda sino que acabarán ajusticiándola como a una res, para vender después sus despojos inertes en la carnicería.

Por un lado vemos un esperpento no consumado en algunos aspectos -fotografía y desarrollo de la historia-, y por otro lado, las deformaciones propias del género no son de calidad, son burdas y sin pizca de gracia. Algunos detalles ya comentados, y otros no desvelados, junto a las buenas interpretaciones de Antonio Resines y Neus Asensi son las únicas cosas que dan valor a la película, que en general no funciona.

1 comentario:

Erick Santiesteban dijo...

A mi me hizo pasar un buen rato ¿como se llama el actor que hace de amante de Azucena?
Tú reseña es perfecta eres un excelente critico