jueves, 4 de octubre de 2007

Angustia (1985, Bigas Luna)

Se publicará en Cine de los 80, Ed. Mensajero, Bilbao.


Argumento

John Hoffman trabaja como enfermero en un hospital oftalmológico gracias a la influencia de su madre Alice, con la que vive y a la que le une una relación de fuerte dependencia. Alice hipnotiza a su hijo y le induce a perseguir y sacar los ojos a sus pacientes, para engrosar la colección de ojos que alberga el hospital. La historia de John y Alice es el argumento de ‘The mummy’, la película que Patty y Linda, dos adolescentes americanas, están viendo en una sala cinematográfica.

Patty está sufriendo con la película y sugiere a su amiga que se vayan, pero sin éxito. En la pantalla, Alice recibe una llamada del hospital sugiriendo el despido de su hijo. Esto enfurece a la madre y vuelve a hipnotizar a su hijo. La hipnosis de Alice también alcanza a uno de los espectadores que acompañan a Patty y Linda. Entonces, ficción y realidad discurren a la par: al tiempo que John extrae con su bisturí los ojos de los espectadores de un cine, el espectador hipnotizado empieza a asesinar a la gente del otro cine, hasta terminar reteniendo como rehén a la joven Patty.

En el momento en que en la pantalla la policía detiene a John, en la sala otro agente abate al espectador hipnotizado, liberando a la joven de la angustia.


Sobre Bigas Luna

Bigas Luna es una de las personalidades cinematográficas más singulares de este país, tanto por su decurso vital como por las películas que ha legado en treinta años de profesión. Este diseñador, pintor, escenógrafo y maestro de futuros cineastas, se inició en el cine con una serie de películas pornográficas, que precedieron a un infructuoso intento por hacer un cine comercial y de éxito con la adaptación de una novela de Vázquez Montalbán, Tatuaje (1976). Tras ella llegaron dos obras maestras, las obsesivas Bilbao (1978) y Caniche (1979), y con ellas su colaboración con el productor Pepón Coromina y con un par de con los que constituyó una pequeña familia: Consol Tura y Ángel Jové. En 1980 se instaló en Estados Unidos con Consol y Ángel, donde realizaron sin mucho éxito Renacer (Reborn, 1981), con Dennis Hopper como protagonista.

Sobre Angustia

Cuando el cine de terror que se producía en España se limitaba a la serie B de Paul Naschy y a las pequeñas y gloriosas piezas de Ibáñez Serrador (¿Quién puede matar a un niño?, 1976), Bigas Luna regresó a Barcelona y sorprendió con esta isla pavorosa, enigmática y trascendente, que merece ser incluida en cualquier antología. Angustia supondría además el fin del ciclo que le unió en matrimonio profesional a Pepón Coromina, puesto que el productor falleció ese mismo año.


Inspirada en el cuento de E.T.A. Hoffman, El arenero (nótese el homenaje en el nombre de los personajes), esta película de terror constituye un hito sin precedentes en la industria española de los años 80, por su estética, la presencia de actores extranjeros, y la realización de un ejercicio narrativo y de género inéditos en el cine español.

En primer lugar, la película está ambientada en una pequeña localidad de Estados Unidos, pero rodada completamente en Barcelona, lo que supuso un trabajo de dirección artística y fotografía realmente notables, pues la recreación es sencillamente perfecta.

En segundo lugar, en el elenco de Angustia se entremezclan actores americanos con españoles, y entre ellos, la inefable y enigmática figura de Ángel Jové. Un perfecto Michael Lerner acompaña a Zelda Rubinstein en un papel pensado inicialmente para Bette Davis. Estos dos factores, unido al inevitable doblaje de los actores al castellano, logran que la película tenga una estética poco común, más próxima al cine que nos llega del otro lado del Atlántico.

Este juego de impostura a nivel plástico y auditivo, encuentra eco a nivel narrativo. El relato dentro del relato provoca una mise en abîme que incluye al propio espectador, de tal forma que la sala de exhibición desde la que se contempla la película de Bigas Luna es el ‘tercer relato’ lógico y consecuente que sucede a los dos desarrollados en pantalla. La catártica angustia que experimenta el espectador se debe tanto a la identificación del mismo con Patty, como a la propia presencia en un espacio convertido, por la mágica metamorfosis de las imágenes reflejadas, en el escenario de los personajes.

La película de Bigas Luna es, a la vez, experiencia catártica y una reflexión sobre el acto de ver y contar. La década previa a la producción de Angustia, el cine ya había ejercido su derecho de autoconciencia, con filmes metacinematográficos que ahondaban en la relación entre el espectador y la imagen, ya fuese la reflejada en la pantalla o la capturada por la cámara: El desprecio (Le Mépris, Jean Luc Godard, 1963), Arrebato (Iván Zulueta, 1980), La Rosa Púrpura del Cairo (The Purple Rose of Cairo, Woody Allen, 1985) jugaban con el espejo de la ficción y, como Alicia, decidían atravesarlo.

Pero es en La ventana indiscreta (Rear window, Alfred Hitchcock, 1954) y en las reflexiones que sobre ella vierte Eugenio Trías, donde Bigas Luna halla el germen de esa ‘tercera dimensión’ sobre la que se erige su película. El patio en el que se desarrolla la acción de La ventana, convierten a Jefferies (James Stewart) en espectador de una película; al tiempo, es protagonista de la que se desarrolla en su apartamento, estableciendo un juego de espejos que se prolonga en la mirada del espectador, la ‘tercera dimensión’.

Con Angustia, Bigas no sólo crea esa ‘tercera dimensión’ en la sala de exhibición, sino que salta al otro lado del espejo e invierte el vínculo tradicional entre imagen y espectador. La frontera entre ambos se vuelve porosa, y a través de ella se cuela la angustia como una nube tóxica, inundando toda la sala. El espectador se vuelve imagen angustiada, y la imagen de la pantalla se convierte en el ojo encantado de su creador. A través de la imagen, Bigas se transmuta en cazador de ojos, arrebata al espectador su condición de ‘voyeur’ acomodado en su butaca, y lo convierte en víctima a punto de ser ejecutada por el reflejo de la cámara. El ojo es el único objeto que no es por cómo es visto sino por lo que ve, y en Angustia Bigas es todo ojo.

Hipnosis y mensajes subliminales como puntos de partida, son utilizados por Bigas para reflexionar sobre el otro gran tema de la película, la influencia del arte en el hombre. A través de su banda sonora, Angustia juega con el espectador y con el significado escondido en los sonidos: una puerta que se cierra se convierte en el tic-tac de un reloj, y éste en el latido de un corazón. Con la hipnosis en el argumento, Bigas plantea el poder hipnótico que poseen las imágenes y su capacidad para influir en los actos de sus espectadores.

A pesar de su calidad, Angustia es uno de los títulos de la filmografía de Bigas Luna con menos fortuna en taquilla. Si la mayoría de sus películas fueron moderados éxitos, Angustia no gozó del beneplácito popular (quizá por la tortura a la que se le sometía) y contó con apenas 160.000 espectadores. En el Festival de Avoriaz, uno de los más prestigiosos de cine fantástico, la película fue premiada con el Cuervo de Oro. En los Goya pasó sin pena ni gloria y sólo recibió galardón por los efectos especiales.


Algo más

En 1961, Buñuel logró algo semejante a Angustia con El ángel exterminador. En ella, el absurdo encierro de un grupo de aristócratas en una mansión generaba el mismo desasosiego de los espectadores en la sala. Cuando ésta se vovía a iluminar tras la proyección, el público rompía a reír... Todo el mundo sabía que no podría salir...


En 1981, la realidad superó a la ficción cuando David Hickney emuló a Travis Bickle (Taxi driver, Martin Scorsese, 1976), atentando contra el Presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan.


Bibliografía: PISANO, ISABEL. Sombras de Bigas, luces de Luna. Iberautor Promociones Culturales, Madrid, 2000.

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