viernes, 17 de febrero de 2006

Casanova (2005, Lasse Hällstrom)

Publicada en Cine para leer. Enero-Junio 2006. Ed. Mensajero, Bilbao.


“Está muy vistosa pero es un poco rollo”. Cine Palafox, fila 12, butaca 5. Un espectador. Así se podría resumir la última película de Lasse Hallströmm (Las normas de la casa de la sidra, 1999; Chocolat, 2000), que fantasea con uno de los episodios amorosos del seductor veneciano Giacomo Casanova. La película no tiene versión original en Madrid; es distribuida por Buena Vista (Disney), y Casanova es interpretado por Heath Ledger. Así como el actor australiano no tiene nada que ver con Donald Sutherland, el Casanova de
Hallströmm no tiene nada que ver, estilística, conceptual e industrialmente con el Casanova de Fellini.


Si bien Hallströmm es autor de películas con cierto encanto, Casanova es peor película de lo que cabría esperar con los mimbres que tenía: buenos actores (Lena Olin, Jeremy Irons, y los correctos Sienna Miller y Heath Ledger), un guión solvente con muchos cabos a los que agarrarse, y una producción que utiliza Venecia como decorado.

Casanova narra un episodio ficticio de la vida del seductor italiano, en el que intenta conquistar a una de las pocas mujeres que se le resistía, la bella Francesca Bruni. La idea, en principio no muy original, se enriquece cuando la amada de Casanova resulta escribir, bajo pseudónimo masculino, pequeños panfletos filosóficos en los que defiende la dignidad de la mujer y un concepto del amor que difiere bastante del que profesa Casanova. El encuentro de Casanova con Francesca coincide además con la cercana boda de ésta con un rico comerciante genovés, y con una pretendida redención del incorregible italiano, quien, siguiendo los consejos del Dux veneciano, se compromete en matrimonio con una joven núbil. La película desarrolla, como se puede ver, múltiples juegos de apariencias: ni Casanova ni su amada son quienes dicen ser, y los dos andan comprometidos con personas a las que no aman. Para concluir este gran carnaval, el Casanova anciano que narra los sucesos no es el Casanova que los protagoniza.

Sin embargo, la película es mala. Los actores no están bien, el guión no está explotado, la puesta en escena es mediocre, el uso de la música excesivo. Parece una película hecha sin ganas, como si el propio Lasse Hallströmm no se tomara en serio. Cuando lo que se cuenta no es asumible seriamente, hay que tratarlo con sarcasmo o exageración. La admiración que sienten las mujeres por Casanova es ridícula, así como el encaje de parejas que se produce en el último tercio de la película. El sarcasmo que hubiese resucitado el relato es apenas un esbozo que aparece con las novicias ninfómanas o con la obsesión de la prometida de Casanova por perder la virginidad con el portento sexual.

Casanova
no pretende enjuiciar el mito, ni psicológica, ni moralmente. Tampoco pretende reflexionar sobre el gran teatro de la vida, tal y como podía esperarse por el guión. Si la película pretende defender la fidelidad conyugal y el amor verdadero frente al desenfreno sexual fracasa, porque la carambola final es folletinesca y demasiado sentimental: puro pastel.

En definitiva, no sé qué pretende el sueco Hallströmm con esta película. Quizá ni él lo sepa, o lo único a lo que aspiraba con ella era, sencilla y humildemente, dar de comer a sus hijos.

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