viernes, 26 de octubre de 2007

Invasión (2007, Oliver Hirschbiegel)

Se publicará en Cine para leer. Julio-Diciembre 2007, Ed. Mensajero, Bilbao.



The Invasion (2007) es la primera película americana del director alemán Oliver Hirschbiegel, autor de El experimento (Das Experiment, 2001) y de El hundimiento (Der Untergang, 2004), con las que demostró ser un gran cineasta, con personalidad definida y un estilo propio.

Por otro lado, Invasión es la cuarta adaptación cinematográfica, telefilmes aparte, del clásico relato de ciencia ficción que Jack Finney escribiera en los años 50. Si la versión de Don Siegel (The Invasion of the Body Snatchers, 1956) era una obra maestra de la serie B, la versión homónima que rodó Philip Kauffman en 1978 era un estimulante y apocalíptico relato de terror, que tenía en el estremecedor grito que delataba a los todavía humanos, uno de sus mejores hallazgos. Quince años más tarde, Abel Ferrara (Body Snatchers, 1993) daba su peculiar visión del mito.

La recuperación de los clásicos y el reciclaje que de ellos se hace, siempre permite un interesante estudio comparativo de la ideología y las necesidades espirituales de disitintas épocas y/o generaciones. Más aún en el caso que nos ocupa por dos factores adicionales que no poseen todos los dramas reciclados: en primer lugar, el carácter mítico de la obra, que cristaliza mejor que otro tipo de relatos más realistas el carácter de una época; y en segundo lugar, las características de producción, que tienden a sumergir las fuertes individualidades creativas implicadas (Joel Silver, Hirschbiegel, Kidman) en una conciencia superior que va más allá de la suma de ellas.

La principal diferencia que significa a Invasión de sus predecesoras es su mayor autoconciencia, no solo en cuanto a lo que se está contando, sino también, y este es el principal defecto de la cinta, a la voluntad moralizante que impregna cada uno de sus fotogramas.

La historia de Jack Finney ya es de por sí impactante: unos alienígenas pretenden destruir la raza humana, introduciéndose en sus cuerpos mientras duermen, y sustituyendo paulatinamente la sociedad actual por otra ideal, en al que no haya conflictos ni existan las emociones que los provocan. Este mundo feliz de reminiscencias huxleyanas implica la eliminación del hombre tal y como lo conocemos, por otro ser menos consciente, pero también menos peligroso.

Si la versión de Kauffman de 1978 terminaba con el grito apocalíptico de Donald Sutherland y la derrota de la raza humana, la de 2007 concluye con la salvación del mundo y una grosera crítica del mundo actual. El eco del 11S nos alcanza y el hombre actual exige esperanza y compasión, incluso de un relato que no las lleva dentro de sí. De ahí, la novedosa presencia del rubio hijo de Carol, inmune al virus alieníogena y única esperanza de encontrar una vacuna que devuelva al ser humano a su estado consciente. También responde a esta necesidad la permutación sexual y profesional de los roles protagónicos: el masculino Dr. Bennell es ahora la maternal Carol Bennell (Nicole Kidman), y el sórdido inspector de Sanidad es transformado en una sofísticada psiquiatra.

Todas estas metamorfosis alcanzan su clímax en la escena del drugstore, con la que comienza el film a modo de alucinante flash-forward o prolepsis, y que constituye el inicio de la “original” parte final, en la que la heroína se resiste como gato panza arriba y logra huir de los alienígenas deshumanizados, en una escena persecutoria tan trepidante como vergonzosa, que culmina, cómo no, en la azotea de un edificio.

La posterior resolución meses después pone la puntilla a la orgía moralizadora con el comentario de Daniel Craigg sobre los muertos en Irak: “¿Cuándo acabaremos con esto?”, y la mirada de madre superiora de la Kidman.

El problema de Invasión es que, en realidad, nadie quería hacer esta película. Querían hacer otra, posiblemente un thriller apocalíptico con otro Sutherland –que ya está hecha y se llama 24-, pero no una película de terror con este argumento, este director y esta actriz. Quizá la decisión más dolorosa que haya tomado Joel Silver, productor entre otras de Arma letal (1987, Richard Donner), La jungla de cristal (1988, John McTiernan), y Matrix (1999, Hermanos Wachowski), haya sido la de elegir al director de El hundimiento para rodar esto. Ni rastro del que rodó la muerte de los hijos de Goebbels.

En resumen, se trata de una desacertada revisión de un clásico, que nada aporta y que pronto se olvidará.

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