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El
cortometraje “Reflejos te devoran” se acaba de estrenar en la sección oficial
de la Semana del Cine de Medina del Campo. ¿Qué te sedujo del papel de Jaime
Bustos?
Cuando leí el guión
me pareció una historia original. Me gustó el misterioso mundo de Jaime Bustos
y su pasión por la escritora Corin Tellado. Más adelante cuando empecé a
investigar acerca de Tellado descubrí cosas fascinantes que desconocía de ella,
por ejemplo que es la escritora española más
leída
después de Cervantes. Me sorprendió que una figura tan
importante en la historia literaria de España pase tan desapercibida. Había
paralelismos entre Corín Tellado y Jaimes Bustos que me parecieron una buena
inspiración para buscar desde ahí el anclaje de mi papel.
Para ti
Corin Tellado fue un descubrimiento. ¿También lo fue
para tu faceta creativa? ¿Habías escrito antes algo o el cortometraje te sirvió
para adentrarte en el mundo de la escritura, que en sí es un proceso muy particular?
Estaba escribiendo mi
primera obra de teatro cuando me ofrecieron participar en este proyecto. La
escritura es un proceso que requiere mucha disciplina y que puede ser también
muy solitario. En mi caso no tanto porque hice un proceso de laboratorio con dos
actores que habían participado en los cursos que imparto de la técnica Meisner. Cada día improvisábamos
sobre algún
tema y luego transcribía lo que habíamos hecho durante esa sesión de trabajo.
Me pareció más fácil empezar a crear una obra desde ese
punto.
Después del rodaje retomé la escritura y terminé de escribirla hace poco.
Tu
personaje sufre una gran lucha de egos con Besteiro. ¿Tomaste algo de tu vida
personal para crear esta relación de admiración, pero
también de envidia y odio? Al fin y al
cabo, en tu profesión como actor el ego es muy importante.
Todos
tenemos un lado oscuro que intentamos esconder y yo tuve que acceder al mío
para interpretar el odio y el miedo que siente Bustos hacía Besteiro. Por
suerte en mi vida no he tenido una situación parecida, pero para eso está la
imaginación del actor. He aprendido a lo largo de los años que el ego se
alimenta de la inseguridad y, en lugar de hacernos crecer, nos paraliza
haciéndonos sentir miedo hacia lo desconocido.
Jaime
Bustos siente es gran recelo porque tiene miedo a que le roben una vez más todo
lo que tiene, incluida sus novelas… ¿a ti también te han robado alguna vez algo
importante en tu vida?
No. Quizás hace unos años te hubiera dicho que sí por esa adolescencia
agitada que tuve con mis padres, mudándome y cambiando de
colegio
cada dos por tres en diferentes países. Hubo momentos
en los que llegué a sentirme muy apartado y a pensar que el mundo me estaba
quitando algo, pero al madurar me di cuenta de que en realidad todo eso fue
bueno porque aprendí a adaptarme fácilmente a las circunstancias
nuevas que aparecen y a saber desenvolverme en cualquier lugar. Por cierto, de
eso último es algo que se beneficia mucho la gente que viaja conmigo. (risas)
En definitiva, ese aprendizaje me ha abierto muchas puertas en la vida.
¿Como
sentiste ver en la pantalla a otro actor haciendo de ti en “Reflejos”, porque
(hago un poco de spoiler) el alma de tu personaje sigue viviendo en otro
cuerpo?
Tuve un día de ensayos con el otro actor y me gustó mucho lo que
hicimos. Rodar esa escena para mí fue muy técnico. Parecía
que estaba en el oculista con una cámara metida en el ojo. El resultado ha quedado
muy bien. Tampoco me hubiera importado hacer el proceso a la inversa e
interpretar al Jaime Bustos del final.
Sentiste
como actor la envidia que siente tu personaje en esta historia... yo quiero ser
ese otro.
Un poco. (risas)
¿Como te
ayudó la localización de la casa donde habéis rodado y el vestuario?
Alfonso me
dijo que este hombre llevaba semanas sin salir de su casa y probablemente sin
quitarse su pijama, que era su segunda piel. En la sala de ensayo no me sentía
muy cómodo con el vestuario pero una vez que llegamos a ese lugar tan tétrico, mi atuendo cobró sentido. Era una
casa de madera en mitad de ninguna parte, misteriosa y acogedora a la vez,
idónea para contar la historia de un escritor que llevaba semanas aislado
escribiendo su novela, inmerso en su paranoia. Quise quedarme a dormir allí
durante el rodaje pero al final no pude. Rodando la película “10.000 noches en
ninguna parte” nos quedamos a dormir unos días en la casa de los personajes y
fue una experiencia increíble; levantarte, cepillarte los dientes y rodar.
No es el
primer cortometraje que haces. ¿Qué es lo mas fructífero de participar en un
proyecto así en el que no se cobra y las condiciones no son las mas idóneas?
Una vez leí que Julianne Moore hace películas pequeñas
con directores noveles, que son producidas precisamente porque está ella en el
reparto. Además ella prescinde de su sueldo para que haya más presupuesto. Eso
me parece admirable y un ejemplo de como concebir esta profesión; ayudarnos
mutuamente independientemente de si es un proyecto pequeño o grande. Se trata
de hacer equipo, contar una buena historia y sembrar una semilla para el
futuro.
¿Para
prepararte los papeles que tipo de referencias usas?
Cada
proyecto es un mundo. Una de las primeras cosas que siempre hago es preguntarme
¿qué haría yo si estuviera en esa situación? y
partir de ahí empiezo a buscar elementos o referentes que me puedan inspirar.
Te hemos
visto en proyectos de naturaleza muy diferente: en superproducciones como la
serie inglesa “Silent Witness” para la
BBC, la película “La enfermedad del domingo”, presentada en el festival Tribeca
de Nueva York, o en la obra “La cabra y quién
es Silvia”. ¿Después de estas experiencias, cuál sería tu proyecto
perfecto?
Me gustaría
hacer algo inspirado en hechos que hayan sucedido y que requiera de un tiempo
considerable de preparación. Me acaban de proponer un proyecto para televisión
que me ha dejado impresionado y que trata de un caso que sucedió en Chile a lo
largo de muchos años. Tengo ganas de contar una historia que nos ayude a tener
mas conciencia de las cosas importantes que pasan desapercibidas en este mundo.
He leído también que vas a rodar tu primer
cortometraje como director ¿de qué trata la historia?
En el 2011
hice una obra de quince minutos junto a la actriz Rut Santamaría para el “MicroTeatro” de Madrid que dirigió y escribió Ramón Salazar. La
historia trata de dos amantes que acaban de tener sexo, pero resulta que son
dos actores ensayando una escena de amor y a la vez estos actores son intímos
amigos que utilizan la privacidad de ese momento para confesarse algunos
secretos. Lo que más le fascinaba al publico de esta historia es que al final
no sabían con certeza si lo que habían visto era ficción dentro
de la ficción o un momento muy intimo entre Judit y Jero.
¿Vas a
interpretar y dirigir?
Me hice
esta pregunta durante un tiempo y he decidido que sí. Es una historia que me ha
dado momentos inolvidables y quiero cerrar este ciclo interpretando a Jero en
esta versión cinematográfica. Los dos
nos lo merecemos. (Risas) Voy a tener un equipo en el que voy a poder confiar
plenamente para poder centrarme en mi papel. El hecho de que sea una única
localización facilitará mucho las cosas. Empezamos dentro de muy poco.