viernes, 5 de enero de 2007

María Antonieta (2006, Sofia Coppola)

Publicada en Cine para leer. Ene-Jun 2007, Ed. Mensajero, Bilbao.


Maria Antonieta lleva a la pantalla algunos episodios de la atribulada vida de la reina adolescente, esposa de Luis XVI desde los catorce años, que pasó a la Historia por su disoluta existencia y su muerte en la guillotina revolucionaria. Su directora Sofia Coppola crea un retrato de la reina que le sirve para plasmar sus obsesiones, por lo que sus similitudes con Lost in traslation (2003) son más que evidentes. Así, si Charlotte estaba atrapada en un Tokio que no comprendía con un marido que no satisfacía ninguna de sus necesidades, María Antonieta es otro personaje femenino encerrado en un mundo ajeno a sí misma y a su sensibilidad, con un Rey esposo que no es capaz de cumplir con ella ni en la cama. De la misma forma. aunque con menos peso dramático, aparece una figura masculina ideal que es tanto refugio como encarnación de sus fantasías. En el conde Fersen, María Antonieta encuentra el amante fiel y el confidente secreto que le da un soplo de vida.


Al margen de los fantasmas de Sofia Coppola y las recurrencias en su cine, lo más característico de esta recreación del personaje histórico es su estética, que afecta fundamentalmente a la utilización de la música. La ambientación histórica es respetada fielmente; la acción se desarrolla en su mayor parte en Versailles, lo que se ajusta bastante a la vida que llevó la Reina, enclaustrada por voluntad propia en los palacios de la corte y con un contacto prácticamente nulo con el París hambriento de finales del siglo XVIII. Lo mismo se puede decir del vestuario, si bien hay algunos elementos, como los antifaces de diseño de la fiesta de disfraces, que rompen la homogeneidad diegética de la obra.

Pero es sobre todo la música la que ilustra más notoriamente la presencia del autor. Piezas del barroco francés se alternan con las canciones pop-rock de los últimos años, con lo que se crea un contraste muy sugerente, inteligente y efectivo, que traduce en elementos cinematográficos el conflicto interno de la Reina. Los primeros fotogramas, con la mirada a cámara de Kirsten Dunst, la música y los títulos de crédito en fucsia, son impactantes y una declaración sintética y brillante de cómo va a ser la película y de cuáles son las intenciones de sus creadores.


El conflicto que desarrolla la película en su primera media hora se centra en las dificultades de María Antonieta para conseguir que su marido consumara el matrimonio y tener así un heredero que legitimase a la Reina consorte. Su futuro en la corte dependía del ansiado heredero; sin él, su presencia se convertía en algo fútil. El interés del conflicto termina pronto y entonces la película divaga por episodios de la vida de la Reina, más o menos intrascendentes, que concluyen con su salida de Versailles para ingresar en prisión. Dentro de esta sucesión de episodios, quizá el de mayor peso dramático sea el del conde Fersen, pero incluso en este caso, la trama termina sin que haya habido una transformación en el personaje, es decir, como si no hubiese pasado nada.


Transcurridos los primeros minutos de placer, y una vez perdida la fe en que fuera a pasar nada más, María Antonieta se vuelve reiterativa, y se extiende con pesar hasta las dos horas. Su problema de guión lastra la película y convierte una brillante propuesta en una pesada obra.


Aun así, la película cuenta con algunas buenas escenas, reflejo del absurdo del protocolo y las convenciones palaciegas: María Antonieta desnuda y aterida de frío esperando a que la cortesana de mayor preeminencia la vistiera; María Antonieta y Luis XVI sentados a la mesa mientras las hordas de parisinos hambrientos se agolpan a las puertas de palacio; José II, hermano de María Antonieta, conversando con el matrimonio de jóvenes esposos para que se cumplan con sus deberes; y esa mirada lánguida, risueña, pícara, de María Antonieta al espectador en su plano de presentación.


Hay que subrayar la heterogeneidad y acierto del elenco, en el que destaca por encima de todos la actriz Kirsten Dunst (Spider Man, 2002, (II) 2004, (III) 2007, Eternal Sunshine of the Spotless Mind, 2004), actriz sutil, de una energía extraña y cautivadora, que consigue que no puedas apartar los ojos de ella. Junto a ella, también encajan a la perfección en sus roles Judy Davis y la italiana Asia Argento.


María Antonieta
no es un película excepcional, con un grave problema de relato que poco a poco la hace plúmbea, pero es sin duda una película interesante de una reina adolescente para el público adolescente que abarrota esos templos del absurdo que son los malls. También es María Antonieta la tercera película de la hija del gran Francis Ford, y con ella deja claro no sólo de qué pie cojea sino también que tiene una fuerte personalidad artística que logra imprimir a sus películas.

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