jueves, 29 de marzo de 2007

Fundido a negro (2006, Oliver Parker)

Publicado en Cine para leer. Enero-Junio 2007. Ed. Mensajero, Bilbao.


Fundido a negro
es un típico thriller político, ambientado en la Roma de después de la II Guerra Mundial, en el que un recién llegado Orson Welles se encuentra fortuitamente con las últimas palabras antes de morir de un actor asesinado en pleno set. A partir del asesinato, Welles se enamora de la hija del muerto (una guapísima Paz Vega en el papel de Lea Padovani), y entabla amistad con joven comunista (Diego Luna en el papel de Tommaso) tambien interesado en resolver el misterio. El conflicto se desencadena cuando, en la investigación del crimen, Welles descubre que están culpando a los comunistas de delitos perpetrados por los demócrata-cristianos, con objeto de que estos últimos consigan el poder en la nueva Italia. Entonces Welles se debate entre mantener su posición adquirida en los círculos políticos y sociales, encarnada en su relación con el embajador americano Brewster, o seguir fiel a Lea y Tommaso.


Se cuenta que, a mediados de los cincuenta, Orson Welles estaba en un aeropuerto hablando por teléfono con un ejecutivo de la Universal, y éste le preguntó si tenía algún proyecto en mente. Ante la inesperada oferta, cogió de un kiosko la primera novela de bolsillo que vio y le leyó el tíulo. Universal compró los derechos, y Welles hizo Sed de mal (1958). La historia que narra Fundido a negro bien pudiera haber surgido del kiosko de un aeropuerto, y nada hubiera significado. El material dramático de partida es pobre, un relato al estilo de Agatha Christie, un whodonit que gira en torno a la investigación que realiza el propio Welles en busca del asesino. Aunque tópico, el argumento tiene músculo, y es más que suficiente para construir una buena película. Pero ésta no lo es.

Uno de los principales problemas de Fundido a negro es la idea de convertir a Orson Welles en personaje. La interpretación de personajes históricos con una extensa iconografía es de por sí problemática y muy delicada, pues se recrea una imagen muy establecida en el imaginario colectivo. En Fundido a negro se añade que Welles tenía en pantalla una presencia como pocos actores la han tenido. Ningún actor iba a estar a la altura del personaje, y Danny Huston (hijo de John) no es una excepción. La comparación entre modelo y copia se vuelve más patética en aquellas escenas en las que Danny Huston interpreta a un Welles actor, como en el rodaje de la película que le lleva a Italia, o el pequeño corto que acompaña al espectáculo de magia que hace ante los demócrata-cristianos.

Aparte está que los personajes carecen de volumen. Sus motivaciones son demasiado obvias, y casi siempre están verbalizadas, lo que disminuye enormemente el atractivo que pudieran tener. Como siempre en estos casos, resulta más interesante el cinismo del embajador Brewster, que el idealismo de Lea y Tommaso. El personaje de Welles sucumbre completamente ante su propio fantasma.

La película muestra, sin embargo, buenas intenciones, y hay cosas de puesta en escena interesantes, como la primera aparición de Giuseppe Nero, en un primer plano con una maravillosa profundidad de campo, o el espectáculo de magia, con las imágenes de un Welles-Kane al fondo. Pero no va má allá: se queda en película ramplona, con personajes bastante planos, sin arco, y una historia anodina y típica. Habría que destacar por encima de todo el trabajo de Christopher Walken y la presencia de Paz Vega y Diego Luna en un proyecto anglosajón de esta envergadura.

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